domingo, 26 de febrero de 2017

Jaime Fernández Molano / ¿Audiencia Pública o vulgar escena circense de oficio para sellar lo ya pactado?

Este texto fue leído­ en la Audiencia Pública Ambiental llevada a cabo por petición y presión de la comunidad el pasado jueves 9 de febrero/17, en el municipio de Restrepo, Meta ante la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) sobre el tema 'proyecto vial Villavicencio-Yopal, tramo 1: doble calzada Villavicencio-Cumaral. Audiencia en la cual, sin excepción, la comunidad y las autoridades locales manifestaron su rechazo unánime a la destrucción del piedemonte llanero que pretenden hacer con este proyecto la ANI y su contratista Covioriente, con pretendidos avales y licencias de Cormacarena y la ANLA.

            El título de esta intervención no es más que una pregunta que busco responder desde el deseo y el corazón, pero que la razón —así parece y lo sospecho, aunque quisiera equivocarme— se encargará de señalar con un execrable resultado. Solo con el tiempo y los hechos futuros lo sabremos.
       Por lo pronto sé que muchos expertos que se presentan hoy con voz desde la comunidad, intervienen, exponen y tratan con sapiencia —cada uno en su tema— sus propuestas. Yo solo pretendo narrar de forma breve diversos episodios y puntos de vista que se traen a este espacio.
       Pero primero quiero compartir algunas reflexiones generadas a partir de tan largo, tortuoso y extraño camino que nos ha llevado hasta aquí.
       Quisiera pensar, repito,  que estoy equivocado —y ojalá así sea— pero al estar aquí, en esta ‘audiencia pública’, me traslado de forma inevitable a la escena de un circo, donde desfilan malabaristas, encantadores de serpientes y magos con sus inevitables micos, peligrosos tigres, zorrillos disfrazados, burros amarrados, osos, habitantes y trabajadores permanentes de la carpa, gente del público, y los imperdibles payasos, entre tanta especie que pulula por estos espacios. Y sí, todos desfilan, presentan su número y son aplaudidos, pero allá, tras bambalinas, están —en sus mamparas— los dueños del negocio, del circo, quienes tienen todo calculado y decidido desde siempre. Allá, repartiendo las ganancias y los réditos.
       Aquí han venido ustedes, señores de la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, y Covioriente, con la anuencia de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, ANLA, y Cormacarena, a presentarnos prácticamente lo mismo que hemos visto en este último año, solo que ahora con ciertos soportes de dudosa caligrafía. Y se los digo aquí en esta audiencia, porque precisamente esas bellas y amañadas presentaciones que nos traen, me recuerdan dos cosas: uno, la frase de un septuagenario que señaló en alguna reunión pasada: ‘definitivamente la tecnología es una maravilla; hace más de 500 años nos conquistaron con espejitos, hoy lo hacen con grandes pantallas en Power Point, eso sí, muy coloridas y bonitas, para qué.’ Y dos, lo que me ha confesado —desde que comenzó este proceso— una fuente de entera credibilidad, contactada como resultado de mis constantes pesquisas periodísticas; confesiones que comprometen seriamente los resultados que podemos esperar, además de generar dudas, incertidumbre y temor por lo que pueda suceder en desarrollo de este proyecto vial que hoy nos ocupa.
       Esta fuente, que estuvo durante mucho tiempo en las entrañas de similares proyectos como parte del corazón de esas organizaciones llamadas concesiones, me dijo desde un principio, a la manera de un clarividente, muchas cosas que se han cumplido al dedillo, como profecías. Entre otras: de cómo estos representantes de la aplanadora 4G avanzarían con este proyecto, hasta donde les fuera posible, de manera casi clandestina y —por supuesto— a espaldas siempre de la comunidad, e incluso, como lo denuncian los gobernantes locales y regionales, también de nuestras autoridades, por encima de sus planes de desarrollo, de sus POT, de sus normas, de las necesidades reales de las administraciones locales y de sus comunidades. Y así fue.
       Luego —nos dijo la fuente—, cuando ya sea inevitable dar a conocer su negocio-proyecto vial —a causa de la presión regional desde todos sus flancos—, comenzarán desde adentro a manipular la información, a generar desinformación y confusión, para dispersar las opiniones. Y así, tal cual sucedió.
       Vendrán entonces (continúa mi clarividente) unas ‘socializaciones’ de pobre convocatoria que se limita a cumplir con lo estrictamente necesario, para evitar que sean masivas y que se les salga de las manos (así como lo han hecho con esta audiencia pública).
       Y en desarrollo del lamentable proceso —sigue mi fuente— verán cómo coquetean y cooptan a buena parte de quienes pueden ser veedores del proyecto, líderes, obstáculos u opositores. Y por supuesto que en gran medida lo logran.
       Otra de las muchas tácticas que resultan efectivísimas —señaló mi fuente en su momento— es la de guardarse obras que saben que tienen que incluir en el proyecto, pero que no las presentan en las primeras socializaciones para que después —cuando las incluyan, como lo tenían ocultamente previsto— aparezcan como producto de ‘la concertación con la comunidad’, es decir, para que la opinión pública vea que sí escucharon los clamores de la gente y de las autoridades locales. Tal cual pasó con la cicloruta Villavicencio-Cumaral, que es, sin duda alguna, la más reconocida —y prácticamente un patrimonio nuestro— en toda la región; obra que supuestamente no tenían prevista y que a petición del alcalde de Restrepo, de los bicinavegantes y demás fuerzas vivas de la sociedad, concertaron —como gran dádiva de la concesionaria— en incluirla dentro del proyecto. Pero claro que si no hubiésemos exigido y protestado, se habrían quedado callados y la obra no se incluye en el proyecto. Porque algo sí debe quedar bien claro: que aquí no nos están regalando nada.
       Pero —siguiendo con las profecías del clarividente— hay, entre muchas otros asuntos delicados, uno que podemos resumir con el ejemplo clásico del abogado que le dice a su cliente: ‘dígame nomás de qué lado debo estar. ¿Usted es la víctima o el demandado?, le tengo la defensa para cualquiera de los casos.’ O el del inescrupuloso contador que señala: ‘solo dígame cuánto quiere que le dé uno más uno. Yo le puedo demostrar que es dos pero también uno, menos uno, tres, cinco, en fin, lo que quiera que le dé.’ Y eso —por lo que me dijo el profeta— es lo que sucede y/o va a suceder en estos casos con los famosos expertos en estudios ambientales, o, —terrible por lo que toca de forma mucho más directa a los afectados— en el caso de los peritos o los expertos en avalúos prediales. En el primero de los casos es: ‘qué quiere que defienda con nuestro estudio: la montaña o el llano y sus prósperos predios’. Para cada interés se ofrece y se soporta un estudio. Y en el segundo caso, es vox populi cómo funciona el asunto de los avalúos: una voz dice desde las alturas: ‘necesito a alguien a quien esos predios no les dé en sus informes y peritajes más de tanto.’ Sí, tal como se oye. Los hechos demuestran que así se ha actuado, pues luego de prometerles a las comunidades —por parte de estas organizaciones también llamadas concesionarias— que ‘estén tranquilos que se les pagará los precios comerciales’, resultan pagando indemnizaciones miserables e indignas equivalentes incluso a un 30% de lo que en verdad y en justicia valen los predios de los cuales nos van a expulsar, a desterrar, a desplazar. Y si no, los invito a que escuchemos —aquí y ahora— los testimonios de varias personas que han sido víctimas de estas prácticas en proyectos similares, y que hoy se encuentran en este recinto.
       Todo esto es muy grave, y por supuesto que genera temor y una profunda incertidumbre, pero también mucha rabia e indignación.
       Y aquí debo destacar hoy y en justicia, la forma tajante, frentera y contundente como los tres alcaldes de los municipios por donde pasará la vía, han defendido la dignidad de la gente que los eligió, los derechos de nuestra región, y —de forma unánime— el respeto que merece la montaña, el piedemonte, que debe seguir siendo intocable, más cuando en este proyecto existen alternativas viables y de mejores especificaciones técnicas y hasta económicas.
       Para el ciudadano de a pie es muy significativo que sus alcaldes —que no se oponen al proyecto, como nadie de la comunidad—, Wilmar Barbosa, de Villavicencio, César Robayo, de Restrepo, y Miguel Antonio Caro, de Cumaral, hayan dado este espaldarazo para exigir al unísono un cambio en los diseños y el trazado de la doble calzada Villavicencio-Cumaral; que no puede ser aprobada como la tienen proyectada, y mucho menos ser avalada con una licencia ambiental por parte de la ANLA.
       Y es aquí, a partir de este momento, donde debemos unirnos en una sola voz que se levante con esta sentida protesta de toda la comunidad, que incluye a sus primeras autoridades locales, para defender el medio ambiente, nuestra rica y delicada biodiversidad que pretenden atropellar con este proyecto. Tal vez así —y solo así: unidos en un solo objetivo— logremos lo aparentemente imposible: que se reconsidere el actual trazado y que se rediseñe respetando el piedemonte llanero, tan breve, frágil y rico como el mejor de nuestros tesoros presentes y futuros.

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       Es de vital importancia, repito, aclarar que nuestra posición crítica frente al proyecto que hoy nos ocupa, en ningún momento significa que nos oponemos al desarrollo ni mucho menos a que se ejecute el importante proyecto vial, que se considera necesario para la región. Lo que buscamos es que se haga bien, con las mejores especificaciones técnicas, con pleno respeto por el medioambiente y su biodiversidad, y con respeto por la dignidad y el desarrollo humanos. Pues no olvidemos que estos proyectos se realizan con nuestro dinero, nuestros impuestos y pago de peajes; por lo cual estamos en todo el derecho de exigir que se hagan obras decentes, visionarias y respetuosas de la vida en todas sus manifestaciones.
       Las comunidades de Villavicencio, Restrepo y Cumaral, se han preparado con sus mejores argumentos ante esta Audiencia Pública para presentar hoy sus inquietudes y propuestas que esperamos y exigimos, sean tenidas en cuenta con seriedad y —en especial— con honestidad. Que se estudien, se discutan con sus proponentes, y se concluya luego de una verdadera y sincera concertación.
       Con dichas propuestas se busca evitar que se mantenga —de forma obstinada— el diseño de la vía que pretende destruir parte fundamental del piedemonte y su biodiversidad, además de atravesar el casco urbano de Restrepo, tal como lo propone Covioriente ante la ANI y ahora ante la ANLA.
       Vale señalar que esta audiencia fue solicitada inicialmente por el alcalde de Restrepo y a la vez (de manera autónoma e independiente) por más de 300 firmas que recogimos directamente de la comunidad, pero que la veeduría ciudadana para la doble calzada, que nunca pidió la audiencia, sí solicitó en cambio, a última hora, de común acuerdo con el alcalde de Restrepo y a nombre de toda la comunidad, la derogación de este mecanismo de participación, en contravía de la voluntad de la comunidad representada ante ANLA por más de 300 firmas, gracias a lo cual se ha hecho valer nuestra solicitud popular para que hoy estemos participando activamente en la presente audiencia.
       El proyecto presentado por la concesionaria a la ANLA busca que la vía se haga sobre la montaña en el trayecto que va desde Puente Amarillo hasta el río Salinas, cerca del casco urbano de Restrepo, con afectación de un bosque de cerca de 10 mil árboles, que en gran porcentaje son nativos, y no de 4.000 ‘palos’ de maleza, como lo señala el estudio dudoso, sesgado y sin evidencias completas presentado por Covioriente, que vale señalar, no ofrece con exactitud un inventario minucioso que indique la cantidad de árboles de cada especie, con edad, origen, ubicación y demás especificaciones; lo cual se presta para lo que fue hecho: para especular y confundir. Por lo tanto, consideramos que se debe replantear el proyecto por inviabilidad en el tema ambiental, ya que es completamente lesivo para el medioambiente, porque no lo respeta, y por el contrario lo avasalla; con dicho trazado se destruye parte vital del piedemonte llanero, se extermina un corredor biológico muy importante, con su fauna, flora, fuentes de agua, manantiales y nacimientos que allí se originan y que surten todo el sector. Además de generar graves problemas de erosión.
       Por su parte, los expertos exponen en esta audiencia los serios inconvenientes técnicos, de movilidad y desarrollo, además de la parte humana, que generaría el hecho de que la doble calzada proyectada Villavicencio-Cumaral, que se anuncia con una variante en Restrepo, en realidad atraviese su casco urbano, tal como lo hace actualmente.
       Por ello, se propone que se trace una vía con todas las especificaciones técnicas propias de una doble calzada moderna, directa entre Villavicencio y Cumaral, sin afectar el piedemonte y sin fracturar el casco urbano; con una vía más expedita, más corta y más económica. Y que se deje la actual vía como un corredor ecoturístico, que permitirá fortalecer la economía en el sector.
            Y que no nos digan que todo está consumado y que no se puede variar nada, porque si bien se tiene un contrato firmado, precisamente se está discutiendo su trazado propuesto, y se estudia la viabilidad ambiental para sus respectivas licencias y aprobación. De lo contrario esta audiencia no sería un mecanismo previsto en la Constitución para permitir que la voz de la comunidad se escuche frente a los proyectos de gran impacto social y ambiental que realice el Estado, sino otra vulgar escena circense de oficio para sellar lo ya pactado a espaldas de la gente, en medio de este país que hiede en la podredumbre contractual, y más en el sector de la infraestructura del que sabemos por la avalancha de noticias de corrupción que salpican por doquier. Y —perdónenme la sinceridad, señora directora de la ANLA, directivos de ANI, Covioriente y Cormacarena, pero las evidencias investigativas así nos lo señalan— es un asunto que está tocando en tiempo real, las entrañas mismas de sus respectivas oficinas.

* Escritor y periodista. Correo: entreletras2@gmail.com - twitter: @jaimefm60

domingo, 12 de febrero de 2017

Doris Gallego A. / Tanto de amor como de madera

Este texto lo leyó Doris Gallego -habitante de la margen izquierda de la vía Villavicencio-Restrepo- el pasado jueves 9 de febrero/17, en la Audiencia Pública que la comunidad logró sacarle a la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) para manifestar su rechazo unánime a la destrucción del piedemonte llanero que pretenden hacer con el proyecto doble calzada Villavicencio-Yopal, la ANI y su contratista Covioriente.

Estoy absolutamente segura que para las personas que están en la mesa, muchas de las cuales tienen más o menos mi edad, una de sus metas para los años de pensión o de buen retiro es poder vivir en una casa de campo rodeados de árboles, disfrutar del canto de los pájaros y del correr del agua de los riachuelos; poder dedicar tiempo al cuidado del jardín, a guindar una hamaca y dejar que el tiempo pase; recibir a los hijos y nietos en un espacio amplio y generoso, un sitio de encuentro familiar. ¿Cierto que sí?

Pues ese espacio lo tengo yo hace 12 años, y el motivo que inclinó la balanza para quedarnos con ese predio fue que tenía árboles centenarios, madroños, samanes, ceibas, igús, ocobos rosados, castaños, macanos, yopos, cámbulos, flor amarillos entre otros, que daban sombra, vida sana, y embellecían el lugar.

A medida que nos acomodábamos al nuevo espacio y disfrutábamos de él, menos queríamos ir al pueblo. Así que decidimos trasladar el trabajo para la casa. Allí, mi esposo, escritor, periodista y editor, adecuó un espacio para la oficina. Yo reduje mi trabajo en la ciudad hasta lograr salir solo dos días a la semana a Villavicencio. Y ahora último este predio se dispuso para una corporación cultural que dicta talleres de literatura y artes allí, y a la vez tiene un centro bibliográfico, de lectura y de escritura.

Volviendo atrás, les cuento que allí, en El Aleph (como se llama nuestro predio), comencé a implantar prácticas noecampesianas —de citadinos viviendo en el campo—. En poco tiempo logré tener tierra negra hecha por mí. Decidí hacer mi propio huerto. Con la tierra negra producida en El Aleph aboné la huerta sin pesticidas ni herbicidas, y el color y sabor de las comidas, así como la salud comenzaron a cambiar. Allí producimos y consumimos tomate, cilantro, lechuga, yuca, zanahoria, pimentones, pepinos, bananos, piña, papaya, entre otros.

El Ph del suelo se niveló al dejar en corrales móviles a los pollos para que hicieran el pastoreo y dejaran sus excrementos por doquier. Las personas que consumen huevos orgánicos saben el placer que produce consumirlos, pues su sabor, textura y color son inigualables. 

Cada día ha sido un aprendizaje, pues no habíamos vivido en finca, sólo a través de las lecturas soñábamos tener una casa de campo. Aprendimos del documental ‘Colombia, magia salvaje’, que las ranas diminutas que hemos visto en el jardín en varias ocasiones se llaman ranas amarillas, que son venenosas pero sobre todo que habitan en lugares limpios, puros, no contaminados. 

Descubrimos que existen muchísimos brotes y nacederos de agua a pocos metros bajo tierra, por lo que decidimos plantar más árboles para hacer un microbosque donde crecieran junto a los fuertes árboles, malezas, rastrojos y un frondoso bosque, garantizando así la producción de agua. También hallamos gran variedad de pupas de mariposa en las hojas de los árboles. Indicador de la pureza del espacio, mariposas que con su color y aleteo dan vida al jardín y a nuestro entorno cotidiano. Tal vez el mayor placer es poder correr la cortina del cuarto y ver y sentir y oír los pájaros canturriando. Micos maiceros y titís también pasan de rama en rama, osos palmeros y hormigueros son propios del lugar. Además son frecuentes los conciertos de las guacharacas. En fin, toda la biodiversidad en este corredor ecológico, en este piedemonte, en esta fuente de vida y de naturaleza que nos garantiza un futuro cierto para las nuevas generaciones, con respeto por su medio ambiente.

Es por esta razón que no nos cabe en la cabeza que desde oficinas en Bogotá se taje con un bolígrafo todo lo que hemos hecho, y ni siquiera se contemplen posibilidades de un par vial, o de hacer un nuevo trazado que respete el ecosistema. Cómo es posible que en una tierra llana —el Meta tiene más 85.000 km2 de planicie— se les ocurre hacer el adosamiento de calzada por el único pedacito de montaña que existe. Tal vez parece que ese ecosistema sólo lo valoramos las personas que lo habitamos, porque ustedes, con su actitud amparada en supuestos estudios sesgados y amañados a ciertos intereses, no se dan cuenta, o, mejor, no les interesa darse cuenta que quienes habitamos en este territorio objeto de su desalojo y destierro, lo estamos cuidando para las generaciones futuras. No solo para nuestros hijos, sino para los suyos… los de todos.

Quiero preguntarles a las doctoras Betsy Giovanna Barrera Murillo, directora de Cormacarena, y a Claudia Victoria González Hernández, directora encargada de la ANLA: ¿tienen ustedes hijos y nietos que en el futuro próximo les pregunten: ¿mamá o abuela, desde su cargo qué hizo en su momento, para garantizar la conservación de estas montañas, ricas en agua y en biodiversidad? ¿Cuál sería la repuesta? Podrían ustedes, con la frente en alto decir: esto lo hice por mis hijos, por mis nietos. Podrían ser recordadas también como las personas que lograron salvar la naturaleza (más allá de los intereses mezquinos de unos pocos) de la depredación inclemente de estas aplanadoras 4G que se les han venido encima al país.

De otro lado, es obvio que ustedes no se han preguntando por el impacto psicológico que ha generado este tema de la vía en cada una de las personas directamente afectadas. Yo tuve amenaza cardiaca como consecuencia del estrés causado por este tema; fui diagnosticada con cuadro severo, y eso sin contar las horas de llanto que me causa saber que estamos solos en esta lucha, frente a la indolencia de funcionarios que solo están interesados en darles rápida solución a sus proyectos de infraestructura. Y la experiencia vivida en muchos otros espejos, nos lleva a ver cómo para algunos es muy fácil caer ante ofertas generosas y engañosas para desviar y sesgar decisiones; ya lo hemos visto en este proyecto: cómo representantes elegidos o autoproclamados a nombre de la comunidad se han dejado tentar por las maravillas que les muestran y les prometen. 

Pretendí desde este escrito que ustedes por un momento sintieran lo que hemos vivido durante este largo año de proceso, donde lo único que ha reinado es la incertidumbre.

Finalmente, hago un llamado para que sigamos defendiendo el agua, el ecosistema, la biodiversidad, el respeto por la vida natural y por el ser humano, por encima de esta aplanadora indolente representada hoy por ustedes.

Muchas gracias.

* Docente - dorisgallegoamaya@gmail.com