Me parece increíble estar confesando esto; pero me veo obligado
a decirlo: compré un voto por el SÍ para las elecciones del plebiscito. Y lo
más tenaz: por adelantado.
Para hacer ese voto efectivo, giré esta mañana $60.000 a quien
va a votar; pero adicionalmente, le prometí que tendría su exigencia mayor para
el domingo: el sagrado plato de lechona, antes de ir a votar, por supuesto.
Yo, que tanto he criticado la compra de votos, las lechonas para
los votantes, el pago de transporte, etc., creo que caí en esa práctica. Y lo
confieso públicamente, para estar un poco más tranquilo.
Me explico: la persona a quien le giré el dinero, me dijo: “como
mi cédula está inscrita en Villavicencio y yo estoy en Bogotá, la única opción
para ir a votar es que me subsidien lo del pasaje ida y regreso. Y eso sí: no
perdono la lechona dominguera antes de ir a votar.”
Tras pensarlo un breve instante, de una dije sí, porque no es
justo perder ese votico.
Para hacerlo efectivo, giré esta mañana $60.000. Y cumpliré con
un buen plato de lechona antes de ir a votar.
Lo que hay que hacer por los hijos. O mejor, por las hijas.
Esta mañana le giré el dinero para el transporte a mi hija
Nicole, quien estudia en Bogotá, tiene inscrita su cédula aquí y se muere si no
cumple con su sagrado deber de votar.
La lechona es un ritual de domingo cuando ella está en casa.
Sé que va a votar por el Sí; pero si votara por el no, también
le financiaría el viaje, y comeríamos lechona.
Correo: entreletras2@gmail.com
Twitter:
@jaimefm60
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