lunes, 25 de febrero de 2019

A propósito de Green Book: una amistad sin fronteras

Un viaje dramático y divertido por las profundas grietas del racismo

Este artículo sobre la película ganadora de tres premios Óscar: mejor película, mejor guion original y mejor actor de reparto, y dos nominaciones, a mejor actor y mejor montaje.

Jaime Fernández Molano*


Sus protagonistas Mahershala Ali (pianista) y Viggo Mortensen (conductor),
el más sólido componente para la realización de la cinta.
       Como ocurre con el lector de grandes obras literarias, en Green Book el espectador navega y se profundiza entre el cielo y el infierno por los vericuetos del alma humana, en una especie de montaña rusa que se bambolea entre la cúspide y el abismo, entre la diversión y el drama, pero siempre cargada de humor, frescura y esperanza.
       En Green Book: una amistad sin fronteras, nos encontramos con una fabulosa historia de la vida real, ocurrida en la década de los años sesenta al pianista negro de música clásica Don Shirley y a su conductor y guardaespaldas, el italoamericano Tony Vallelonga, en un viaje-gira realizado por el sur de los Estados Unidos.
       La película arranca con pie derecho al encontrar en sus actores protagonistas, Mahershala Ali (pianista) y Viggo Mortensen (conductor), el más sólido componente para la realización de su obra.
       Desde el comienzo de la cinta se percibe un ambiente propicio para el desarrollo de una historia fuerte, impregnada de humor y drama.
       La historia transcurre al rededor del viaje que realiza el pianista negro en una gira de conciertos por el sur profundo y racista de los Estados Unidos de la época, quien ha buscado previamente (por clasificados) al conductor-guardaespaldas que le acompañará en su largo viaje.


Una entrañable amistad surge en medio del drama y del humor
en Green Book.

       Como lo señalamos al comienzo, la fuerza interior del relato tiene la más sólida base en la magistral actuación de este par de actores protagonistas.
       De esta forma, la narrativa de la cinta se desenvuelve con gran fluidez y una cierta magia dramática que sale siempre bien librada, hasta en los episodios más tristes, crueles y tensos, donde se evidencia esa marca imborrable del racismo irracional, brutal e inadmisible para nuestra época, que deja por momentos sin aliento al espectador.
       La película, dirigida por Peter Farrelly, con guion original escrito por el hijo de Vallelonga, Nick Vallelonga, así como por Farrelly y Brian Hayes Currie, se sostiene sobre una estructura y un montaje muy bien logrados, con un valor agregado: un ambiente sostenido y constante, que maneja de forma impecable drama y comedia sin altibajos escénicos ni actorales.
       Green Book: una amistad sin fronteras, deja una huella impactante por su historia, por el guion, por sus impecables actuaciones, y por lograr, como en las grandes obras literarias, que el lector y/o el espectador naveguen con todos sus sentimientos encontrados, en lo más profundo de la triste, feliz e incomprensible condición humana.


Escritor y periodista