domingo, 12 de febrero de 2017

Doris Gallego A. / Tanto de amor como de madera

Este texto lo leyó Doris Gallego -habitante de la margen izquierda de la vía Villavicencio-Restrepo- el pasado jueves 9 de febrero/17, en la Audiencia Pública que la comunidad logró sacarle a la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) para manifestar su rechazo unánime a la destrucción del piedemonte llanero que pretenden hacer con el proyecto doble calzada Villavicencio-Yopal, la ANI y su contratista Covioriente.

Estoy absolutamente segura que para las personas que están en la mesa, muchas de las cuales tienen más o menos mi edad, una de sus metas para los años de pensión o de buen retiro es poder vivir en una casa de campo rodeados de árboles, disfrutar del canto de los pájaros y del correr del agua de los riachuelos; poder dedicar tiempo al cuidado del jardín, a guindar una hamaca y dejar que el tiempo pase; recibir a los hijos y nietos en un espacio amplio y generoso, un sitio de encuentro familiar. ¿Cierto que sí?

Pues ese espacio lo tengo yo hace 12 años, y el motivo que inclinó la balanza para quedarnos con ese predio fue que tenía árboles centenarios, madroños, samanes, ceibas, igús, ocobos rosados, castaños, macanos, yopos, cámbulos, flor amarillos entre otros, que daban sombra, vida sana, y embellecían el lugar.

A medida que nos acomodábamos al nuevo espacio y disfrutábamos de él, menos queríamos ir al pueblo. Así que decidimos trasladar el trabajo para la casa. Allí, mi esposo, escritor, periodista y editor, adecuó un espacio para la oficina. Yo reduje mi trabajo en la ciudad hasta lograr salir solo dos días a la semana a Villavicencio. Y ahora último este predio se dispuso para una corporación cultural que dicta talleres de literatura y artes allí, y a la vez tiene un centro bibliográfico, de lectura y de escritura.

Volviendo atrás, les cuento que allí, en El Aleph (como se llama nuestro predio), comencé a implantar prácticas noecampesianas —de citadinos viviendo en el campo—. En poco tiempo logré tener tierra negra hecha por mí. Decidí hacer mi propio huerto. Con la tierra negra producida en El Aleph aboné la huerta sin pesticidas ni herbicidas, y el color y sabor de las comidas, así como la salud comenzaron a cambiar. Allí producimos y consumimos tomate, cilantro, lechuga, yuca, zanahoria, pimentones, pepinos, bananos, piña, papaya, entre otros.

El Ph del suelo se niveló al dejar en corrales móviles a los pollos para que hicieran el pastoreo y dejaran sus excrementos por doquier. Las personas que consumen huevos orgánicos saben el placer que produce consumirlos, pues su sabor, textura y color son inigualables. 

Cada día ha sido un aprendizaje, pues no habíamos vivido en finca, sólo a través de las lecturas soñábamos tener una casa de campo. Aprendimos del documental ‘Colombia, magia salvaje’, que las ranas diminutas que hemos visto en el jardín en varias ocasiones se llaman ranas amarillas, que son venenosas pero sobre todo que habitan en lugares limpios, puros, no contaminados. 

Descubrimos que existen muchísimos brotes y nacederos de agua a pocos metros bajo tierra, por lo que decidimos plantar más árboles para hacer un microbosque donde crecieran junto a los fuertes árboles, malezas, rastrojos y un frondoso bosque, garantizando así la producción de agua. También hallamos gran variedad de pupas de mariposa en las hojas de los árboles. Indicador de la pureza del espacio, mariposas que con su color y aleteo dan vida al jardín y a nuestro entorno cotidiano. Tal vez el mayor placer es poder correr la cortina del cuarto y ver y sentir y oír los pájaros canturriando. Micos maiceros y titís también pasan de rama en rama, osos palmeros y hormigueros son propios del lugar. Además son frecuentes los conciertos de las guacharacas. En fin, toda la biodiversidad en este corredor ecológico, en este piedemonte, en esta fuente de vida y de naturaleza que nos garantiza un futuro cierto para las nuevas generaciones, con respeto por su medio ambiente.

Es por esta razón que no nos cabe en la cabeza que desde oficinas en Bogotá se taje con un bolígrafo todo lo que hemos hecho, y ni siquiera se contemplen posibilidades de un par vial, o de hacer un nuevo trazado que respete el ecosistema. Cómo es posible que en una tierra llana —el Meta tiene más 85.000 km2 de planicie— se les ocurre hacer el adosamiento de calzada por el único pedacito de montaña que existe. Tal vez parece que ese ecosistema sólo lo valoramos las personas que lo habitamos, porque ustedes, con su actitud amparada en supuestos estudios sesgados y amañados a ciertos intereses, no se dan cuenta, o, mejor, no les interesa darse cuenta que quienes habitamos en este territorio objeto de su desalojo y destierro, lo estamos cuidando para las generaciones futuras. No solo para nuestros hijos, sino para los suyos… los de todos.

Quiero preguntarles a las doctoras Betsy Giovanna Barrera Murillo, directora de Cormacarena, y a Claudia Victoria González Hernández, directora encargada de la ANLA: ¿tienen ustedes hijos y nietos que en el futuro próximo les pregunten: ¿mamá o abuela, desde su cargo qué hizo en su momento, para garantizar la conservación de estas montañas, ricas en agua y en biodiversidad? ¿Cuál sería la repuesta? Podrían ustedes, con la frente en alto decir: esto lo hice por mis hijos, por mis nietos. Podrían ser recordadas también como las personas que lograron salvar la naturaleza (más allá de los intereses mezquinos de unos pocos) de la depredación inclemente de estas aplanadoras 4G que se les han venido encima al país.

De otro lado, es obvio que ustedes no se han preguntando por el impacto psicológico que ha generado este tema de la vía en cada una de las personas directamente afectadas. Yo tuve amenaza cardiaca como consecuencia del estrés causado por este tema; fui diagnosticada con cuadro severo, y eso sin contar las horas de llanto que me causa saber que estamos solos en esta lucha, frente a la indolencia de funcionarios que solo están interesados en darles rápida solución a sus proyectos de infraestructura. Y la experiencia vivida en muchos otros espejos, nos lleva a ver cómo para algunos es muy fácil caer ante ofertas generosas y engañosas para desviar y sesgar decisiones; ya lo hemos visto en este proyecto: cómo representantes elegidos o autoproclamados a nombre de la comunidad se han dejado tentar por las maravillas que les muestran y les prometen. 

Pretendí desde este escrito que ustedes por un momento sintieran lo que hemos vivido durante este largo año de proceso, donde lo único que ha reinado es la incertidumbre.

Finalmente, hago un llamado para que sigamos defendiendo el agua, el ecosistema, la biodiversidad, el respeto por la vida natural y por el ser humano, por encima de esta aplanadora indolente representada hoy por ustedes.

Muchas gracias.

* Docente - dorisgallegoamaya@gmail.com

7 comentarios:

  1. Muy bueno. Esperando que así sea.
    Gracias por compartirlo.

    ResponderEliminar
  2. Hermoso texto que posiblemente no conmueva el corazón de piedra, de concreto, de peaje que tienen los funcionarios de las autopistas y los dueños de estas.

    ResponderEliminar
  3. Pero vale la pena dejar el testimonio... pelear desde donde se saber hacer, desde la escritura... que es lo único que queda.

    ResponderEliminar
  4. ojalá que estas palabras sinceras, esta preocupación por el futuro a corto y largo plazo tenga eco en quienes toman decisiones. Doris y Jaime, no decaigan en su empeño para detener las decisiones criminales, la actitud indolente frente a los recursos, a la vida misma.También siento esa frustración que generan las decisiones tomadas con los pies, creyendo que el dinero lo es todo. ¿Qué podrán comprar con el dinero de los sobornos y con las ganancias de proyectos que atentan contra la vida de los seres vivos incluido el mismo hombre, por ejemplo, cuando los recursos irreemplazables como el agua se acaben? Considero que es la expresión de mayor estupidez humana, pero así están las cosas. Sin embargo, habiendo gente que toma distancia de la estupidez, gente inteligente, consecuente, guerrera, que respeta la vida, se espera que los pronunciamientos a favor de la vida -incluida la de los estúpidos depredadores directos o no, que no quieren reconocer el peligro de sus acciones y decisiones para la existencia humana, puedan generar fisuras en la endurecida y estúpida manera de asumir la vida. Es hora también de interrogar a la escuela, pues todos los que hoy actúan así, permanecieron mínimo 16 o más años en ella? ¿Qué aprendieron sobre el valor de los recursos naturales para garantizar su vida,la del colectivo y la del mismo planeta? ¿Y sobre el desarrollo ético -político qué valor agregado les dejaron sus familias y sus maestros? Pruebas a montón tenemos de la fragilidad de estas instituciones, basta ver los casos de corrupción, de acciones depravadas, de cinismo frente al interés colectivo y no precisamente gobernantes procedentes de escuelas públicas, pues egresados del instituciones educativas donde solo la élite puede acceder, tipo Gimnasio Moderno, universidad de los Andes, Javeriana, entre otros, confirman la pobreza de la institución educativa y de la familia, particularmente en la formación ético - política y socio-emocional de sus estudiantes. Considero necesidad imperante continuar con pronunciamientos públicos del talante de "Tanto de amor como de madera" Mi aprecio y admiración ante sus esfuerzos, esperando que gran parte de ellos caigan en tierra fértil.
    Magdalena

    ResponderEliminar
  5. Apreciada Doris, es un texto bello, conmovedor, que comparto plenamente. Considero que para que surta efecto hay que elevar el nivel de las denuncias, ante nuevas entidades y espacios de discusión y opinión. Es una forma de jalar a otros a que se sumen a la causa por eso no hay que ceder. Fuerza, ánimo y un abrazo solidario. Roberto Sanabria

    ResponderEliminar
  6. Me desgarra el corazón el escrito, se me escurren las lágrimas que me quedan,cansada de luchar por algo valioso solo para unos pocos; con la misma sensación vivida en nuestro predio, campesino que va a ser invadido con esa monstruosa obra , cargada de ruidos y contaminación, dejando a un lado la belleza de ver pasar el oso hormiguero, el puercoespín, las iguanas, los matos, las nutrias y un sinfín de animales silvestres, qUE tristemente veremos moribundos bajo las llantas de las tractomulas, a donde pararemos...otro tipo de desplazamiento que no entra dentro de las estadísticas del estado...que triste todo esto..me uno en el dolor...los recuerdo siempre...ojala y si hayan sentido algo esas personas que acudieron a la reunión...

    ResponderEliminar
  7. "Cuando las camasas están llenas..." decía Juan Sin Miedo, según lo cuenta Rómulo Gallegos en su Cantaclaro. A veces no valoramos las cosas porque los medios no nos dejan pensar o porque nos desorientan para que pensemos de otra manera. En el caso de la defensa ecológica de grandes ecosistemas y de microsistemas, fue buena, muy buena la presencia de la guerrilla. A ésa sí que le tenían miedo los depredadores. Por algo sería. Hoy que ya desaparecen como grupo armado, ¿será el Estado el apropiado para defender la vida de la naturaleza y del hombre? Parece, querida docente, que tenemos que enfocar la lucha por otros lados. De todas maneras gracias por darle un fondo literario a esa protesta.

    ResponderEliminar